La palabra del #ChiefPoliticalOfficer
Fuente: Perú 21.

La palabra del #ChiefPoliticalOfficer

#HinchasPeruanosDeMessi.

¿Un problema de identidad nacional o el ejercicio legítimo de la libertad de elegir?

 (O por qué la #FPF se debería de llamar más bien #FederaciónPeruanaPrivadaDeFútbol).

Si partimos del hecho de que la selección de fútbol (de cualquier país del mundo) y su camiseta se han convertido en “el ejército” y “el símbolo patrio” modernos, respectivamente; y que las eliminatorias al mundial de la #FIFA (de cualquier continente) son ahora la arena de confrontación patriótica de las naciones, es claro que al ver un hincha nacional apoyando a la selección rival –o en específico, a un jugador– pueda causar el malestar de los hinchas más patriotas debido a una supuesta “traición”.

Pero digamos que el tema tiene tremendas aristas al respecto, las que al reconocerlas podrían hacer que resulte inconsecuente no solo indignarse por el apoyo de algunos hinchas al mejor jugador del mundo, al margen de que sea en contra de la propia selección; sino también, y hasta mucho peor, hinchar por la propia selección.

Vamos, yo también he jugado fútbol –y no lo hacía mal– y también hincho por la selección y por un club profesional (el mejor 😊). Pero debo reconocer que, en la real dimensión de las cosas, termina siendo una competencia colectiva tan egomaníaca que puede distorsionar la realidad.

A continuación, ensayo dos ideas clave para entender el tremendo iceberg que está debajo del caso de #LosHinchasPeruanosDeMessi.

En primer lugar, mucha gente puede pensar que la #SelecciónPeruanaDeFutbol y la camiseta nacional o #blanquiroja son bienes públicos, es decir, que dependen del Estado peruano y esa es una distorsión generalizada que puede confundir la mirada del hincha. En realidad, ni la selección peruana ni la camiseta nacional y, en general, ni el fútbol profesional peruano, son bienes públicos. Ergo, en sentido estricto, no representan los intereses del Perú ni de la colectividad ni de la patria.

Por el contrario, son bienes privados que benefician a una organización con intereses muy particulares llamada #FederaciónPeruanaDeFútbol (#FPF) que, supuestamente, es una asociación privada “sin fines de lucro”, con muchos cuestionamientos de sus manejos e involucrada en investigaciones a sus presidentes por presuntos delitos de lavado de activos. Esta organización está vinculada a una más grande e internacional llamada FIFA, también muy cuestionada por lo mismo, presuntos delitos de lavado de activos. Recordemos que #Blatter y #Burga han estado en la cárcel por ello. Y es probable que los que los sigan también lo estén.

Debido a esto, no solo la indignación generalizada por la traición del hinchaje a un jugador del equipo contrario, sino el propio hinchaje a la selección nacional, que supuestamente enarbola el sentido patriótico y colectivo de un país, terminan siendo un sinsentido. Defender a la patria se enmarca en representar los intereses del Estado y de toda la colectividad. Y la #FPF –dueña de la selección–, no es el Estado, ni siquiera es la nación, ni representa, claramente, los intereses de la colectividad. Es más, debería llamarse #FederaciónPeruanaPrivadaDeFútbol.

Como verán, el beneficio directo de este hinchaje –compra de camisetas, entradas a los partidos, servicios de televisión por cable y toda la publicidad a la que es expuesto el hincha para que consuma “selección”– solo favorece los intereses de la #FPF, una organización privada que, reitero, supuestamente no tiene fines de lucro.

Y no se niega que la industria del fútbol sea una actividad legítima que promueve el mercado: a los textileros de #Gamarra que hacen polos alusivos a la selección, a los bares de #Miraflores que se abarrotan los días en que juega la selección, a los patrocinadores y sponsors, etc. Pero se trata de un beneficio particular de un supuesto símbolo patrio moderno que es propiedad de un privado que lucra con ello e, indirectamente, con el patriotismo peruano. Es decir, hay un claro usufructo de esa indignación patriótica del hincha y de su eterna ansiedad por ver a su selección triunfar. Y ese lucro va a los bolsillos de unos pocos, donde el beneficio colectivo o del Estado es bastante residual.

Así que, cuando se hincha por la selección y se defiende la camiseta, no se está defendiendo a la patria desde el rol de ciudadano peruano, se está defendiendo a una entidad privada desde el rol de #consumidor.

Y como consumidores, otros muy bien pueden consumir otra selección y otros jugadores que no sean los de su país. Nadie debería de criticarles. Al final, el fútbol es una industria trasnacional. Y si se es consecuente, lo que se debería de promover es que otros consuman “selección peruana”, no cuidar que los peruanos dejen de consumir otras selecciones.

Es como si obligáramos a los peruanos a que solo consuman Inca Kola y no consuman Coca Cola porque no es peruana. O, más específicamente, a que consuman solo vino peruano y no consuman vino argentino porque no es peruano. Eso no tiene sentido. Más aún si asumimos que ahora ni la Inca Kola, el vino o la selección peruanos son, en estricto, peruanos. O, por último, que representan los intereses de todos los peruanos.  

Ahora bien, con esto no digo que la industria del fútbol no sea legítima. Lo que digo es que no tiene nada que ver con la patria “o nuestros colores” y que, por consecuencia, no debería de criticarse a nadie por hinchar o no hinchar por la selección. Menos aún, coger el celular de un ciudadano y lanzarlo porque este quiera tomarse un selfie, ejerciendo su derecho de consumir el producto “selección argentina” o el producto “Messi” frente a las narices del producto “selección peruana” o el producto “Gallese”. Según el arquero de la selección nacional, él lanzó el teléfono de este fanático porque “le faltó el respeto a nuestros colores”. Creo que no es correcto que proyecte los colores de los símbolos patrios a los de una camiseta que pertenece a la FPF. Tan duro como suena.  

Al final de cuentas, aunque sea difícil de aceptar, se trata de un producto de consumo y cualquiera es libre de consumir selección peruana o argentina o la que sea.  

En segundo lugar, luego de entender lo anterior, si aún queremos seguir viviendo de los efectos de esa droga patriotera –a la que muchos podemos ser adictos y lo que puede ser “legítimo” porque, por lo menos, brinda “alegrías y entretenimiento al pueblo”–, quizás se deba apuntar al origen de los problemas y no al resultado final.

Debemos reconocer que el fútbol siempre se ha utilizado políticamente, tal y como los césares utilizaban el espectáculo de los gladiadores para entretener a las masas y mantenerlas apaciguadas. No es gratuito que el fútbol venga ocupando la agenda pública por estos días y permita distraerla de aspectos políticos más sensibles.

Lo que sí, el fútbol no debería ser, a priori, el campo de indignación en el que se compita con otros Estados. Si se observan otros países de la región, se puede reconocer el desarrollo de sus sociedades en muchos otros elementos, mucho más importantes y fundamentales que el fútbol y que son, finalmente, los que han permitido más bien, que estos países destaquen justamente en fútbol y otros deportes.

Aspectos como la infraestructura o los beneficios sociales en general. Y no solo hablo de campos de fútbol, hablo de los sistemas de metro o las carreteras que permiten llegar a entrenar; de las escuelas que integran en su oferta educativa la actividad deportiva; de los beneficios sociales que incluyen alimentación o salud, requisitos fundamentales para contar con deportistas calificados. Hablo de políticas públicas que garanticen los derechos básicos de los ciudadanos y el legítimo derecho por contar con las condiciones para ejercer libremente un deporte, incluido el ejercicio del “deporte rey”. Es decir, el desarrollo o las capacidades futbolísticas de una selección nacional son la consecuencia del desarrollo social y no al revés.

En ese sentido, la arena de indignación de los hinchas no debería estar en la libertad de elección de tal o cual producto de consumo futbolístico. Si el hincha peruano desea contar con una selección peruana mucho más competitiva, que fidelice mucho más a sus adeptos, debería de optar por dos caminos.  

En primer lugar, la alternativa que corresponde como consumidores del producto “selección peruana”. Y es que dirijan su indignación al verdadero dueño de este producto, la Federación Peruana Privada de Fútbol y la obliguen a invertir parte de sus abundantes ganancias en constituir un producto (privado) –“selección peruana”–, mucho más competitivo en el mercado local y mundial de la industria del fútbol. La única manera de que eso pase, como en cualquier industria, es que sus consumidores dejen de consumir el producto “selección peruana” para castigar a los dueños de esa industria. Pero el consumidor de esta industria está tan fidelizado que no dejará de consumir “selección peruana”, lo que no generará ningún incentivo para que esta organización mejore su producto. Más aún, siendo un monopolio. Tan simple y triste como eso.

El segundo camino es que dirija su indignación a la incapacidad del Estado en promover beneficios sociales como salud y educación, aspectos fundamentales para contar con deportistas calificados. Porque, al margen de que sean la FIFA y la FPF los actores privados que se beneficien directamente de la “industria del fútbol”, eso no quita que el Estado deba asegurar que cualquier ciudadano pueda ejercer el derecho de desarrollarse en cualquier actividad, sea económica, cultural o deportiva. Y para ello, en detrimento de varios legisladores, así como en lo económico, tanto el deporte como la cultura deben contar con subvenciones estatales. Los países con mayores subvenciones a ambas actividades han logrado mayor hegemonía que los que no. Y eso es bastante claro.

Javier Becerra

CFO - GAF | Gerente Senior en Finanzas | Estrategia de Negocios | Innovación y Transformación

1 año

Me parecen bastante forzados los argumentos del artículo. 1.Los hinchas son personas que disfrutan del fútbol, los apasiona. 2.Las personas que se identifican con su país, sean del país que sean, alientan a su selección cuando esta compite con las de otros países, justamente por que representa a SU país, llevando el nombre y en nuestro caso, como en muchos otros, los colores de su bandera. 3.La selección peruana (de cualquier deporte), sea pública o privada, manejada por quien sea y genere o no lucro a quien sea, es (valga la redundancia), una selección de los mejores deportistas de nacionalidad peruana. Todas la selecciones del mundo son eso, los mejores deportistas de una disciplina de un país, por ello representan al país, no tienen que ser públicos para eso. Claro que cada persona es libre de apoyar a su selección o a otra, cómo lo es también de identificarse o no con su país. Estamos en un mundo libre, pero decir que la selección no es peruana por ser privada insisto que me parece súper forzado.

Gabriel Barrio

MBA | Gerente Comercial | Marketing y Ventas | Liderazgo

1 año

Ruben. El análisis no especifica que el ciudadano que intentó ejercer su derecho de tomarse una foto con Messi, interrumpió un evento para el cual muchos ciudadanos pagamos por ver. Sería bueno incluirlo, es una falta total de respeto para los ciudadanos que respetamos las reglas del evento. Saludos.

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