Publicación de Eugenio Fouz

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Soy profesor de inglés en un ciclo formativo de Formación Profesional de Grado Medio. La situación del profesorado resulta vulnerable y débil frente a las libertades y derechos de los alumnos. Me refiero a un hecho concreto: la opción del alumnado a solicitar una copia de los exámenes realizados y corregidos por el profesor.  El alumno parece disponer de este derecho mientras que el profesor no dispone del derecho a negarse a entregar esa copia. Cuando un alumno pide la copia de una prueba, el profesor queda expuesto al criterio de quien quiera que acceda a ese ejercicio y a la corrección del mismo. En principio, la crítica o análisis del trabajo realizado por un docente no supone ninguna molestia para un profesional de la enseñanza; no obstante, la publicidad de la prueba obliga al profesor a modificar el ejercicio y no volver a emplearlo en otra ocasión. Preparar exámenes es una tarea difícil. Hoy, una parte del alumnado se interesa principalmente por los exámenes, lo que se les va a pedir en ellos y, en definitiva, saber cómo aprobar. Saber cómo aprobar. Dicho de otro modo, buscar el atajo para obtener la calificación de APTO en la asignatura. Cada vez los alumnos están peor preparados. Cada vez se les exige menos y se les bonifica más. Quizás una forma de evitar problemas, la más cómoda y desmoralizante para nosotros los profesores, sería buscar en la red exámenes ajenos, ya que los propios dejan de pertenecernos de alguna manera.  Se me ocurren otras opciones como, por ejemplo, repetir el mismo examen y dejar que el nivel de exigencia siga su curso decadente o tratar de hacer ver a quien corresponda la necesidad de respetar la autoridad del profesorado que nunca se ha opuesto a enseñar exámenes abiertamente y explicarlos sin necesidad de facilitar fotocopias a los alumnos. ANON.-14.03.2024

Pablo Ros

Profesor de inglés en Escuela Universitaria de Turismo de Murcia

6 meses

Coincido en todo lo que opinas, Eugenio Fouz. De hecho, parece haber un marcada discordancia entre los derechos de los alumnos y los de los profesores. Además, es evidente para cualquier docente que los alumnos están peor preparados año tras año. Ese método de exigirles menos y premiarles mas no es el idóneo para motivar, enseñar o formar a futuros profesionales.

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